Un paseo por mi vida diaria
La linea número 4 de los autobuses de mi ciudad es de lo peor, pero como intento ser optimista y sacar siempre algo de positivo, me convenzo a mí misma, o al menos me alivio un poco pensando que el transporte público me regala una ruta turística por Córdoba cada día, o incluso si ese día has dormido poco, te puedes permitir el lujo de dormirte un buen rato que para cuando despiertes, aun quedaran unas 3 o 4 paradas más.
Lo cierto es que no me queda más remedio que coger ese bus para llegar a casa, al menos los días que no me apetece ir andando. Pero bueno, es curioso observar a la gente ya que al final conoces la mitad de las caras si te subes a él aproximadamente a la misma hora todos los días. Siempre están los dos señores que medio dormidos vuelven a casa después de una dura jornada de trabajo en las obras, la chica nueva de zara, el chico más deportista de todo el barrio porque no falla ningún día, las típicas abuelas que tienen que subirse las primeras, las dos que siempre hablan por el movil y invitan a todo el autobús a su conversación ya que los gritos se escuchan desde fuera, etc
Yo mientras intento distraerme mirando por el cristal, leyendo los carteles de todo lo que pasamos a gran velocidad, escuchando la radio, o simplemente teniendo que escuchar irremediablemente las conversaciones del que se sentó a tu lado.
Hoy he echado de menos esas vueltas a casa de diciembre, en las que los cristales permanecen empañados, y tienes que hacer un circulo con el dedo para poder ver lo que hay al otro lado. Mientras alrededor de 15798047575870 gotas de lluvia resbalan por el cristal, lo cual hace que la mirada se pierda y casi te pases tu parada de bus, ya que la cabeza anda volando por cualquier otro mundo.
Esta noche, cuando el puente romano lucía más iluminado que nunca, y el agua del Guadalquivir chocaba contra los pilares de un nuevo puente, aquel que no está aquí, y que nunca lo estuvo me dio un toque al movil. Es agradable pensar que hay una persona en otra parte del mundo que se acuerda de ti, y que en ese justo momento puede compartir un pensamiento contigo. Lo más curioso es saber que en ese momento, en el que tu vuelves ya agotada por un día bastante largo de charlas de facultad, academia de oposiciones, etc, hay alguien que aún no tomó ni siquiera el café, ya que las cinco horas de diferencia hacen que aun tenga muchas más fuerzas que tú.
Me llama la atención eso mismo, pensar que ya viví más día que otra persona, que para mí su momento, este justo momento de él, ya es pasado aquí. Por eso, es una especie de presente- pasado, según desde donde se mire, no es así?.
Lo cierto es que no me queda más remedio que coger ese bus para llegar a casa, al menos los días que no me apetece ir andando. Pero bueno, es curioso observar a la gente ya que al final conoces la mitad de las caras si te subes a él aproximadamente a la misma hora todos los días. Siempre están los dos señores que medio dormidos vuelven a casa después de una dura jornada de trabajo en las obras, la chica nueva de zara, el chico más deportista de todo el barrio porque no falla ningún día, las típicas abuelas que tienen que subirse las primeras, las dos que siempre hablan por el movil y invitan a todo el autobús a su conversación ya que los gritos se escuchan desde fuera, etc
Yo mientras intento distraerme mirando por el cristal, leyendo los carteles de todo lo que pasamos a gran velocidad, escuchando la radio, o simplemente teniendo que escuchar irremediablemente las conversaciones del que se sentó a tu lado.
Hoy he echado de menos esas vueltas a casa de diciembre, en las que los cristales permanecen empañados, y tienes que hacer un circulo con el dedo para poder ver lo que hay al otro lado. Mientras alrededor de 15798047575870 gotas de lluvia resbalan por el cristal, lo cual hace que la mirada se pierda y casi te pases tu parada de bus, ya que la cabeza anda volando por cualquier otro mundo.
Esta noche, cuando el puente romano lucía más iluminado que nunca, y el agua del Guadalquivir chocaba contra los pilares de un nuevo puente, aquel que no está aquí, y que nunca lo estuvo me dio un toque al movil. Es agradable pensar que hay una persona en otra parte del mundo que se acuerda de ti, y que en ese justo momento puede compartir un pensamiento contigo. Lo más curioso es saber que en ese momento, en el que tu vuelves ya agotada por un día bastante largo de charlas de facultad, academia de oposiciones, etc, hay alguien que aún no tomó ni siquiera el café, ya que las cinco horas de diferencia hacen que aun tenga muchas más fuerzas que tú.
Me llama la atención eso mismo, pensar que ya viví más día que otra persona, que para mí su momento, este justo momento de él, ya es pasado aquí. Por eso, es una especie de presente- pasado, según desde donde se mire, no es así?.
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